Si hiciéramos un sondeo rápido, así a bote pronto podría afirmar y creo que con escaso margen de error, que la mayoría de los encuestados estarían de acuerdo conmigo. Visto desde la lejanía de la gente normal y corriente, que una Grande de España, con un patrimonio de valor incalculable y anciana ya (seamos claros: con 85, seguramente te digan abuela antes que pipiola...), haya hecho su real gana e impuesto su voluntad y se haya casado con un señor a quien saca 25 años, el españolito de a pie, incluida yo, lo hemos aplaudido. Olé por ella, sí señor, con un par de ovarios! Todo ello aderezado con más o menos guasa y litros de mala leche, pero aceptado y jaleado. Lo dicho, desde la distancia...porque ¿qué ocurriría si un día llegara tu madre, tu padre o tus abuelos a sus 85 tacos y te soltaran a bocajarro y sin anestesia que quieren volver a casarse con alguien 20 años menor? No sé ustedes, pero yo primero me sentaría del susto, luego, pensaría, ay Dios! se han vuelto majaretas, ¿estarán seniles?, ah, que no, que es una broma, verdad? Y en mi alucinamiento, a la desesperada, intentaría borrarles esa idea absurda y loca de la cabeza. Somos así, cínicos por naturaleza y a las pruebas me remito con un ejemplo muy cercano: mi hermano se fue a vivir a Lima y se casó allí por amor. Fue casi, casi, una tragedia nacional (y "solo" con 35 años...je!).
En honor de Dña. Cayetana y ese baile flipante descalza (lo de las medias de rejilla y las tiritas en los dedos de los pies, me llegó hondo, mu hondo!), un poco de flamenquito del güeno...Va por usted!
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